Estan pintando la escalera del piso donde vivo. Las paredes y las barandillas. Las barandillas las pintan primero con una pintura naranja chillón que la proteje de la oxidación y luego de negro. Al lio, los pintores dejan la puerta del portal abierta todo el día y a mi me da mal rollo que entre alguien y nos pegue un susto. Con estos prejuicios estaba yo tan ricamente una tarde estudiando sola en casa y oigo unos ruidos en el rellano, normalmente es un rellano tranquilo....luego un sonido metálico y alguien toqueteando la cerradura de mi puerta. Entonces me levanto del escritorio (a tomar por saco las mates, me estan intentando forzar la cerradura!), cojo el teléfono, y con mucho cuidado para que el posible ladrón no se entere abro la mirilla.
Desgraciadamente el ladrón se da cuenta, pero ¡ojo! no es un ladrón, es un asesino! Lleva la pechera de la camiseta manchada de rojo brillante... ¡sangre! entonces el asesino me dice: Señoraaaa! que se que está en casa abra, por favor! Ni de coña le abro yo. El asesino sigue forzando la cerradura de la puerta, yo con la sensación esa tan rara detrás de la cabeza que entra cuando tienes miedo. Y cogiendo el teléfono para llamar a la poli. Entonces aparece un cómplice por detrás del primer asesino y coge algo de la cerradura: Señora, salga que se ha dejado las llaves por fuera!!!!!
Mmmm, teoría del asesino al carajo, abro la puerta y veo que la "sangre" es pintura y los "asesinos" son los pintores...vergüenza infinita, no vuelvo a ver CSI en la vida. Posterior pitorreo de los compañeros de piso.
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